jueves, 24 de diciembre de 2009

DE NUESTRO COMPORTAMIENTO FRENTE A LA MUERTE...

… Solicito algunas explicaciones

¿Por qué el velorio? Sí, es una cosa legal, no vaya a ser que el muerto no esté muerto de verdad. Sí es parte del proceso, hay que ver al difunto para convencerse de que ya no está y poder hacer “el duelo”. Sigo sin entender, por qué el velorio.

Por qué ir a ver lo poco que resta de una persona. Por qué no recordarla como era en vida. Por qué la necesidad de ir a ver un cuerpo pálido, chiquito, envuelto en telas blancas, en una habitación con un olor mezcla de quirófano y materia descompuesta. ¿? Porqué la noche en vela, rodeada de parientes y amigos, y personas que “acompañan en sentimiento”.

Por qué “acompaño en sentimiento” o “mis mayores condolencias”. Frases socialmente instaladas… pero parecen tan vacías. Pertenecen a un uso lingüístico que ya no practicamos, pronunciarlas en esos momentos parece descolocado… se siente raro escucharlas… no sé como se siente decirlas, porque nunca me gustaron y nunca las dije. Prefiero dar un abrazo y un beso... son suficientes para transmitir el mensaje de que a una le duele el dolor ajeno.

Ayer dejó de latir el corazón de mi abuelo. No digo que murió, porque eso pasó hace mucho tiempo atrás. Pasó cuando el Alzheimer le impidió mirarnos y saber quienes somos, y saber quien era él… pasó cuando ya no pude contarle lo que estaba haciendo con mi vida porque no se acordaba si se trataba de su nieta o de una chica que pasaba por ahí, pasó cuando ya no pudo contarme historias, pasó cuando dejó de preguntar “¿como va el piano?”… pasó cuando dejó de ser el abuelo que tuve para ser el abuelo que agoniza. Igualmente, como es de esperar, mi familia exigió presencia en el velorio.

Odio los velorios. No puedo soportar el olor de las salas. No puedo soportar el silencio salpicado de susurros de gente aburrida que termina hablando de cualquier cosa. No puedo soportar las caras de circunstancia… y no puedo soportar las sillas alrededor del cajón. Toda esa construcción social alrededor de la muerte. Todo ese rito de velar por veinticuatro horas, pasar por la iglesia para que el cura bendiga, y marchar lenta y solemnemente hacia el cementerio… puedo tratar de comprenderlo. Lo que no puedo entender es que a uno le exijan compartir la idea de que eso es “necesario”.

Siento sobre mi espalda el reproche de mi padre por no quedarme toda la noche, y por no esperar el momento del entierro. Se que en algún momento del día se acercarán al lugar algunos de mis amigos y se encontrarán con la sorpresa de que me fui. Pero lo que ellos no saben es que mi duelo no pasa por quedarme al lado del pobre viejo muerto y después marchar a ver como lo depositan en un pozo y lo cubren con tierra.

Yo ya lloré su ausencia. La lloré antes, cuando todavía respiraba, pero ya no podía pensar. Lloré su ausencia cuando lo vi depositado en esa caja mortuoria. Lloré su ausencia al saber que se fue sin ver cumplidas las metas que por su incentivo me propuse. Todo eso es más importante que estar con cara larga en esa salita olorosa, para que los demás vean que estoy triste y aprueben socialmente mi comportamiento. No necesito la aprobación de nadie para comportarme frente a la muerte. Este asunto es algo entre él y yo. De mi abuelo será toda la música que brote de mi pianito, y todas las canciones que cante y que escriba, y todo lo que logre con la música. Y eso lo sé yo. Y lo sabía él. Tal vez nadie más pueda entenderlo…

Hoy estoy haciendo mi duelo sola, rodeada de música. Música es lo que le falta a los velorios. Cuando yo me muera no quiero velorios. Y si me tienen que esperar veinticuatro horas encajonada, que lo hagan, pero no quiero que nadie valla a verme muerta. Porque lo que queda en ese cajón no es la persona. Es el cuerpo. La mente ya no funciona. Los pensamientos ya pasaron al aire, ese aire que está lleno de pensamientos de todos. Y si por las dudas en verdad existe esa cosa llamada alma, que mientras esté ahí suene toda la música que siempre me gustó.

Esta noche me voy a hacer lo que le gustaba a mi abuelo que haga: música. Me voy a encontrar con mis amigos músicos (a los que hubiese querido mucho), y con mi amor músico (al que hubiese adorado); y voy a cantar, y voy a reír, y voy a vivir mi musical vida.

Él sabe. Los demás, no.

He dicho.

Were You Listening?

23/12/2009

2 comentarios:

Anónimo dijo...
Este blog ha sido eliminado por un administrador de blog.
Anónimo dijo...
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