viernes, 12 de diciembre de 2008

AHORA QUE SE VIENEN LAS VACAS... UNA REFLEXIÓN SOBRE MIS ULTIMAS VACACIONES






TURISTAS

Estoy sentada en la costa del río Los Reartes (creo que ese es el nombre).
Bajo la sombra rala de un arbusto serrano estudio el comportamiento de mis congéneres vacacionantes. Mientras yo me agazapo como el Cuis al reparo de los yuyos, ellos “toman sol”. Toman… como si se tratara de un helado, que no sabemos si se toma o se come… pero bueno.
Toda esa gente ahí, está nadando y tomando sol. Rojos todos como tomates, la fluorescencia perdurará tal vez hasta mediados de marzo. Ya me los imagino… de vuelta en la gran urbe, algún pelmazo les preguntará “¡¿Ché te viniste disfrazado de conito de seguridad?!”
Es divertido verlos tratando de recuperar todo el sol que no absorbieron durante un año completo de encierro. Encerrados en la casa, de la casa al auto, del auto a la oficina o al colegio… pero encerrados al fin. Quieren recuperar toda la luz que no absorbieron en la rutinaria vida de la ciudad… como plantas que necesitan hacer la fotosíntesis, tienen sed de sol. Me pregunto de qué color serán esas espaldas dentro de unos meses… Supongo que del mismo color que eran antes de llegar al río y olvidarse la pantalla solar en el bolso playero al lado del mate, en la costa rocosa, junto a la reposera y la sombrilla cerrada que no pudieron enterrar porque acá en medio de la sierra cordobesa no hay arena como en Mar del Plata.
El sonido del agua cayendo por la cascada que se forma en la pared del embalse se mezcla con los gritos y carcajadas de los pequeñuelos que juegan a la mancha en el agua. Los más grandes posan para la foto mientras tratan de acostumbrarse al agua fría que baja de las sierras. El río corre y todos se esfuerzan en pasar un segundo más sumergidos. ¿Creerán que la corriente se llevará su cansancio, penas y preocupaciones? Si eso funcionara creo que debería pasar unas cuantas horas en las aguas de ese río milagroso.
Pero mejor no. La sombra está divina… más o menos… algo insuficiente para mi gusto. Por eso yo sí me acordé de la pantalla factor 45, los lentes de sol y el pañuelo en la cabeza. Nada de trajes de baño… bermuda y remera. Cuanto menor sea la superficie de mi piel que entra en contando con las radiaciones de febo, mejor.
Amigos del sol... A veces los envidio. Me recuerdan a los días en que yo también podía asolearme hasta morir, como un cocodrilo. Épocas en que, según mi madre porque yo no me acuerdo, pasaba las horas al sol y quedaba del color de la botella de cerveza. ¿Tanto así…? Pasado, y pisado. Ahora estoy para hacer una publicidad de esas donde comparan la blancura, no hay mucha diferencia entre el color de mi bermuda y el de mis pantorrillas. Por eso mejor ni me asomo al sol. Porque la melanina no me responde, y lo único que voy a lograr es tener la piel incendiado por el resto de las vacaciones. ¡Ni loca!
Mejor me quedo acá mirando, cuidando los caracoles que mis hermanas juntan del fondo del embalse. Estudiando a toda esta gente alrededor mío. Turistas…
Los turistas son gente curiosa (curiosa porque curiosean y curiosa en calidad de raros).
Acaban de llegar al balneario dos familias en sus respectivos vehículos, con sus respectivos atavíos de vacación, y observando puedo ver que una familia viene de una ciudad… de esas ciudades grandes que están llenas de asfalto y hormigón armado. Es fácil adivinarlo. Primero, porque llegaron con tres niños desesperados por revolcarse en el pasto, jugar con tierra y ver animales. Son esos nenes que cuando vienen por la ruta gritan “¡Mirá pá una vaca! ¿la viste? ¡mirá allá hay otra! ¡Guau cuantas vacas!” O que seguramente dentro de un rato llegarán con un frasquito y anunciarán “¡Capturé unos bichos, mirá, mirá! Es una langosta!”.
Después, porque los padres bajaron del auto diciendo “Tené cuidado con la calle” y en este lugar pasa un auto cada muerte de obispo, y encima va a 0,5 Km por hora. Además, que al ver a los chicos extasiados en su contacto con la naturaleza dicen: “Pará salvaje dejá de re volcarte en la tierra, parecés un nenito del campo”. Y cuando los nenes lleguen con los bichos seguro dirán: “¡Hay largá ese bicho, andá saber los gérmenes que tiene! ¿Vieja trajiste el Lisoform?!
En cambio, está a la vista que la segunda familia aparecida en escena es de algún pueblo del interior. Llegaron con el mate y los sillones, buscaron una sombrita e instalaron campamento. Los liliputienses sacaron los aditamentos para juegos acuáticos y se fueron al agua. Si esos nenes ven una vaca, dicen “… … ” Si ven una langosta, la aplastan porque están podridos de ver langostas, grillos, hormigas, bichos bolita, catangas y etcéteras.
Una vez en el lago, los chicos generalmente interactúan con otros chicos. Cuando el liliputiense del pueblo, se encuentra con un liliputiense citadino, saluda y pregunta “¿Querés jugar?”. Y el liliputiense citadino dice algo como “yo soy de Rosario, vos de donde sos?” a lo que el otro contesta (por ejemplo), “De Hasenkamp”. Y el otro niño inquiere mientras pone cara de asco “¿y esso dónde queda?”. Mientras tanto los padres miran como el nene hace amiguitos nuevos.
Cuando cada cual vuelve al lugar donde se agrupa la familia y los padres preguntan con quién estaba, el nene de la ciudad responde “Estaba con un nene, que me parece que es del campo.” Y el nene del pueblo le dice a los padres“… peeero, un rosarino agrandado, que piensa que vivimos en el campo”.
En el caso particular de la provincia de Córdoba, se dá que la mayoría de la gente se amontona en Carlos Paz, y después algunos con más espíritu aventurero agarran la ruta y se van a algún pueblito tranquilo. Que de esos hay muchos alrededor de los ríos y embalses. Es por eso, que cuando uno no está en Carlos Paz, los turistas de ciudad, acostumbrados a un estilo diferente de vacación, quedan siempre en evidencia.
El turista de la gran ciudad, se la re-cree. Habla todo assí marcando las eses, como para que vean que no es de acá. Y cuando la gente del pueblo le habla con la dialéctica de la zona en la que se encuentra pregunta “Perdón ¿que deciss?, no te entiendo”
En cambio, el turista que va de un pueblo a otro pueblo (por ejemplo, quien escribe), lo hace porque quiere la misma tranquilidad, pero lejos de casa; para que no lo molesten, vecinos, vendedores, acreedores, parientes molestos, etc, etc. Sale, camina, recorre, charla. Busca un lugar del camping donde no haya “mucho porteño junto”.
El turista de ciudad compra compulsivamente: alfajores, dulces, artesanías, mochilas tejidas que nunca va a usar, souvenirs, llaveros, porta llaveros, mates, posa mete, termo y porta termos; gorros de lana, cacharros de barro cocido, etc, etc, etc.
El turista de pueblo, compra una gorra porque se la olvidó en la casa. Un tapiz para llevarle a la nona, un jarrón para la mesa del comedor, y muchos, muchos alfajores, para el camino y para tomar el mate en casa.
Ambos sacan muchas, muchisimísimas fotos. Cuando muestren los álbumes, uno posiblemente tendrá paisajes, lugares históricos, los chicos jugando, los chicos, nadando, el padre durmiendo la siesta, la madre tomando mate, la nena que viene a la costa, la nena que agarra a mamá de la mano, la nena que tira a mamá al agua. Y otro seguro que tiene: paisajes, lugares históricos, los chicos jugando, los chicos, nadando, una vaca, el padre durmiendo la siesta, la madre tomando mate, un bicho, la nena que viene a la costa, la nena que agarra a mamá de la mano, la nena que tira a mamá al agua, una rana, el nene sucio con barro, el nene mirando una oveja, o una cabra, el agua del río donde el nene quiso sacarle foto a los pececitos, el nene saltando fuera del agua porque se le ocurrió que los pececitos le mordían los pies.
Cosa de turistas... tan diferentes pero parecidos en cierta forma. Todos llegamos a este rincón de la sierra porque necesitábamos un lugar donde descansar, la mente y el cuerpo. Me pregunto si alguno de los demás turistas estará ahí en el río comentando algo así como “¿Qué hace ahí esa chica rara mirando para todas partes y anotando en ese cuadernito?”
Turistas. La variedad más fascinante de la especie humana.

1 comentario:

Andreico dijo...

Hey! Muy bueno tu blog, che. No sabías que YA tenías banda, Já!
Cómo va la escuela de Música? En una de esas nos vemos en las aulas. Desde ya que tenés la materia aprobada!!!!
Saludos
Andrés
(Entré por el blog de Eliseo)