viernes, 12 de septiembre de 2008

LA CABEZA DE LENNON


UN CUENTO SOBRE ESAS COSAS QUE SOLO LE PASAN A LOS CHICOS CHIQUITOS...


Todo empezó con la desaparición de esa bendita cabeza…
Pero lo peor es que ¡yo te juro que no la perdí a propósito! Yo qué sabía que se le iba a soltar la cabeza en primer lugar. Y segundo: yo tampoco sabía que la cabeza se iba a ir de paseo por ahí… Además: ¿Por qué tanto lío por una cabeza? Eso es lo que le pregunté a mi mamá.
Es que no es cualquier cabeza - me decían - es la cabeza de Lennon.
Mi culpa no es que a la cabeza de Lennon le guste hacer abandono de su cuerpo. Capaz que anda paseando por la casa con alguna otra cabeza… qué se yo.
Igual la cabeza extraviada tenía sus ventajas… empezando por el silencio de Francisco.
Francisco es el amigo de mamá, y dicho sea de paso, el que empezó con todo este lío. Porque el le regaló a mamá la cabeza, con cuerpo y todo, por supuesto.
La cosa es que al parecer se ofendió conmigo por haber perdido la cabeza y ahora no me habla. Y yo ni siquiera la perdí, pero como fui el último que la vio, me echaron toda la culpa… ¡Típico! Culpen al nene de diez años que siempre tiene cara de sospechoso. Igual, para mí era mejor que él se ofendiera conmigo, porque la verdad es que no me simpatiza mucho que digamos. Así que gracias al gusto por el paseo de John, yo me libré de los comentarios idiotas de Francisco.
Volviendo al tema de la cabeza, lo más peor fue que me hicieron buscarla por toooda la casa… En el patio, en la vereda, en el pasto frente a la vereda… ¡por poco no me hacen entrar en la alcantarilla! Yo les dije: es más fácil comprar otro muñeco. Pero no, ellos querían recuperar esa maldita cabeza. Y nadie me daba una explicación. ¿Qué tenia de especial esa cabezota? ¡¿Qué era?!
Mi mamá me sentenció a encontrarla sí o sí. Así que trate de volver la cosa más divertida jugando al detective. Como ese nenito de “Hermanos y Detectives”. Entonces empecé a inventar razones por las que la cabeza pudo desaparecer: pudo ser por culpa de los espíritus chocarreros o alguna extraña maldición. O capaz se la comió el perro, o se la llevó el gato de la vecina de arriba, o mi hermanito la tiró a la calle y salió rodando y la pisó un auto (¡auch!),..
Pero al final igual me aburrí, porque no había ningún incentivo que me animara a querer encontrarla. Mi mamá me dijo: “encontrala o vas a ver lo que pasa”. Si me hubiera dicho: encontrala y te doy plata… pero no, dijo “vas a ver lo que pasa”. Y las amenazas no son incentivos para mi. Para otros chicos puede ser, pero para mí: no.
Entonces me inventé los incentivos. Se me ocurrió que la cabeza podía tener algún poder sobrenatural, para la buena suerte, o para alguna otra cosa. Pensé en rituales de secta religiosa (pero eso no iba con mi mamá, porque ella siempre dice eso de la religión y del “opio de los pueblos”. Y yo sé que el opio es malo, así que se ve que la cosa religiosa no es para mi mamá). Entonces pensé que la cabeza tenía algo que ver con esa cosa del karma, o el budú y la hechicería (que a mi mamá tampoco le gusta, porque ella es más de la ciencia. Pero… por Francisco no pongo las manos en el fuego). O podía tener algo que ver con el horóscopo chino que mamá consulta siempre (cuando se le acaba la ciencia). Aunque Lennon era inglés, no chino… pero Yoko creo que era china… Bah, que importa.
No había caso, no tenía ni una razón para la desaparición, ni un incentivo para encontrar la cabezota esa; ni ganas de buscarla, y ni idea de dónde podía estar.
Cuando me cansé de investigar, y me estaba dando por vencido, le pregunté a mama por qué le daba tanta importancia a esa cabeza. Y, por lo que entendí, se trataba del “valor sentimenta”l. Era un regalo y una rareza difícil de conseguir.
¿Será que es tan difícil conseguir esos muñequitos? Porque a mi la primera vez que lo vi me pareció salido de una cajita feliz. Sin embargo Francisco dijo que le había salido carísimo; y yo le dije que si era tan caro no lo hubiera comprado. Y eso medio que no le gustó. Pero claro, él puede hacer chistecitos y yo no… qué vivo.
Después de un tiempo pareció que se habián olvidado de Lennon. Francisco, por desgracia para mí, quebró su voto de silencio. Y en esos días fue que hubo un problema mayor con las cañerías del baño. Y ya no había destapa cañerías ni agua caliente ni sopapa que sirviera para destaparlo. Había llegado la hora del plomero.
Desgraciadamente Francisco se las quiso tirar de plomero. Y ese bobo no es plomero, apenas si es un intento de electricista. Así que obviamente hizo un desastre. Inundó todo el baño- ¡Chanchada total! Y nada, el baño tapado.
Al otro día vino el plomero (uno de verdad) y empezó a meter un cablecito, y estaba todo bien hasta que chocó con algo. Y no pasaba. Y entonces dijo serio “Hay que romper”
¡¡ROMPER!! Este está más loco que Francisco. A mi mamá tampoco le gustó ni medio la idea esa. Entonces el plomero preguntó si no habíamos tirado algún objeto. Y mamá se acordó de que a mi hermanito le encantaba tirar juguetes en el inodoro. El señor plomero de verdad (remarcado lo de-ver-dad) sacó de su cajita negra un pesca juguetes; que era una manguerita que le salían deditos con imán. Los deditos por si era de plástico, y el imán por si era de metal.
Al final, después de unrato pescó algo. Y cuando lo sacó… era un bollo de bolsa y papel. Y adivinen ¿que había adentro?... ¡Tarán tarán! Una cabeza. LA CABEZA DE LENNON.
Y así fue que se solucionó el misterio de la cabeza desertora.
Antes de que mi mámá se avivara de lavarla con desinfectante, y detergente y echarle lisofor (¿se escribe así?); yo la agarré y la guardé.
Cuando Francisco vino al otro día contento de la noticia, se la di, y él la agarró... y cuando le dije que estaba en la cloaca, y que nadie la lavó, la soltó rapidísimo y la cabeza empezó a rodar por el piso. Justo en ese momento la ventana del balcón estaba abierta y rodó, rodó… y calló, calló hasta la calle. Y ese fue el fin de la cabeza de Lenon, porque el vecino salía en la moto y la pisó.
Francisco me echó toda la culpa a mí por supuesto. Pero mi culpa no era que el fuese tan delicado. Para mi todo bien, ya no me importa la cabeza maldita ni lo que pueda decir Francisco…
Aunque…me olvidaba de decirlo: Francisco todavía NO me habla.
¡ JA,JA!

No hay comentarios.: